top of page

Las mágicas 64 casillas


Cuando fue ese momento perfecto para mí, dónde todo fluía. Buscando en mi vida he encontrado algo que ciertamente me sorprendió, esos momentos están relacionados con acciones que he realizado hace mucho tiempo y surge la pregunta ¿será la juventud un ingrediente necesario para el armónico perfecto?, en todo caso me doy cuenta que este es sólo un factor más, y un factor que puede resultar engañoso pues la juventud no lo veo ahora como un hecho cronológico, sino como algo espiritual que nos pertenece si la alimentamos por el hecho de ser humanos, el corazón siempre joven.

Y para hacer revivir experiencias viajé a esos momentos tan distantes. Recuerdo ese día como si fuera hoy, y pasaron casi cincuenta años, estaba en el CAVB y ante mi gran posibilidad de clasificar para el campeonato argentino de ajedrez, allí frente a mí, el rival que tantas veces me había obligado a inclinar el rey, Eduardo Lazarowsky. Pero ese día cambió mi suerte, la defensa Siciliana que planteé resultó demasiado para mi otrora inexpugnable rival y esa vez él tuvo que inclinar su rey, y me clasifiqué para el campeonato argentino de ajedrez juvenil. La jornada fue completa, teníamos un match por la tarde con otro club y ese mismo día jugué otra partida, mi rival fue arrollado por una inusual inspiración que había en mí.

Cómo aprendí mucho tiempo después en esos lejanos momentos mi experiencia fue óptima, fluía estaba realizando mi actividad favorita, jugar ajedrez y llegando a una meta soñada.


Lo interesante es que al buscar otras armonías perfectas, no sé si tan perfectas, encontré que son otros éxitos en este ámbito de mi deporte favorito.


Y esto me recuerda una frase que una vez dijo un fuerte Gran Maestro del siglo pasado, Siegbert Tarrasch, “El ajedrez como el amor y la música, es una de las pocas cosas que puede hacer feliz al hombre” .


Silvio Pla

Comentarios


bottom of page