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Murakami y el Ajedrez


 

En el mundo del Ajedrez están ocurriendo cosas extrañas, bueno extrañas para mí como ajedrecista de hueso colorado, que he jugado desde los seis años en forma ininterrumpida, con singular denuedo para ir alcanzando algunas metas menores, campeón de mi Círculo, campeón juvenil de mi federación, campeón de la universidad de Buenos Aires, campeón de algunos torneos abiertos y cosas por el estilo. Hoy en día para un ajedrecista que comienza a esas edades estas metas indicarían un talento menor para el juego, una dedicación insuficiente o tal vez habría que considerar otros factores que se relacionan con los recursos que cada época brindaba a los candidatos a maestros de ajedrez.

Todo esto viene a mi memoria por dos hechos aparentemente no relacionados: la lectura del libro de Haruki Murakami “ Tokio Blues” y las clases de Ajedrez que les di ayer a dos niños en extremo talentosos de México.

Lo que conectó ambos acontecimientos fue la lectura del siguiente párrafo dónde Reiko una profesora de música especialmente talentosa para la enseñanza cuenta los siguiente:

En este mundo hay gente que, a pesar de estar dotadas de un talento excepcional, son incapaces de realizar el esfuerzo necesario para sistematizarlo, y su talento se acaba malogrando. He visto a varias personas a las que le sucedió esto. Al principio uno piensa que son unos genios. Los hay, por ejemplo, que tocan de corrido una melodía complicadísima sólo con echarle una ojeada a la partitura. Y lo hacen bien. Una se siente abrumada: piensa que no les llegas ni a la suela del zapato. Pero eso es todo. No son capaces de ir un paso más allá. ¿Por qué? Porque no se esfuerzan. Porque jamás les han inculcado el sentido de la disciplina. Porque los han estropeado. Desde niños, han tenido tanto talento que han conseguido hacer las cosas sin esforzarse, y la gente los ha alabado por ello, diciéndole lo extraordinarios que son. Y acaban concibiendo el tesón como una estupidez.”

Viajé entonces en el tiempo y recordé ese niño de seis años que era yo, frente al tablero de Ajedrez, a las piezas, que no conocía y al Doctor amigo de la familia (no recuerdo su nombre) que por algún motivo decidió enseñar a un pequeño el juego ciencia, de allí en adelante fue mi pasión. Eran otras épocas. En el año 1958 no había aún ajedrez on line, entrenadores de Ajedrez, y sólo se podía aprender si una persona mayor nos enseñaba y nos guiaba quizás hasta a un Círculo de Ajedrez, y esto ocurría recién unos cuantos años más tarde, cuando aparecían los torneos intercolegiales, digamos de los once años en adelante. ¡qué diferencia, con los tiempos actuales!

Hoy en día tenemos torneos sub 8, sub 10, sub 12, sub 14, sub 16, además de que la información de Ajedrez circula generosamente en libros, canales de You Tube, videos, etc.

Además de esa primera partida, y otras que no recuerdo desde los seis años hasta los ocho ningún conocimiento ni práctica obtuve a pesar de mi gusto por el juego. Luego un par de libros vi en librerías y los compré resultaron ser dos buena obras de la literatura ajedrecística, “El medio juego en Ajedrez” de Znosko Borowski” y “Mis mejores partidas de Ajedrez 1924- 1937” del campeón mundial el gran Alejandro Alekhine. Su solitaria lectura fue lo único que tuve por esas épocas.

Una sana envidia tengo de mis alumnos y de todos los talentosos jóvenes actuales con tantas posibilidades de aprendizaje al alcance de la mano.

Y allí aparece la conexión con mi lectura de esta mañana, talentos excepcionales, pero que sin la disciplina serán como esos alumnos de música de la profesora del libro de Murakami.

Los grandes triunfadores, unos pocos, son una perfecta combinación de pasión, perseverancia y disciplina. Aquellos que tienen en cuenta que el esfuerzo es la llave, pues cuenta doble:

Talento x    Esfuerzo = Habilidad

Habilidad x Esfuerzo = Logros

Por eso en nuestra Academia de Ajedrez no sólo enseñamos, diseñamos planes de estudio para cada alumno, y dejamos en sus manos el camino a que el talento se convierta en habilidad y la habilidad en torneos ganados, títulos etc. Es decir, en Logros.

 

 

 

 

 

 

 

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