El juego del Siglo
- Cuauhtémoc Velasco
- 15 may 2023
- 3 Min. de lectura
Dispersando las hojas caídas en la calle con su carrera, el joven de trece años entró al club Manhattan de Ajedrez y subió las escaleras de dos en dos, entrando al salón de juego.
El club está localizado en la Décima calle entre la quinta y la sexta Avenida, uno de los más atractivos vecindarios de Manhattan, desde 1931 un grupo de ricos aficionados compró el edificio para que el bienamado multicampeón de USA tuviera un lugar para vivir con su familia, enseñar, dirigir torneos y jugar.
La mayoría de los más renombrados maestros habían visitado el Club, todavía resonaban los ecos de las tremendas batallas, legendarios juegos, épicas victorias y dolorosas derrotas, que hicieron historia.
Bobby llegaba esa noche al Club para jugar la séptima ronda de un torneo invitación con fuertes maestros, el Rosenthal Memorial, nombrado de esa forma en honor a Leasing J. Rosenwald, que había sido CEO de Sears Roebuck , y que fue un importante benefactor del Ajedrez.
Lo habían invitado a Bobby, por haber ganado el campeonato nacional juvenil de los Estados Unidos hacía unos tres meses, y este torneo sería el primer torneo importante invitación que jugaría en su carrera.
El rival de Bobby esa noche, era el profesor Donald Byrne, un maestro internacional de veinticinco años.
Hasta ese momento Bobby, no había ganado partida alguna en el torneo, pero logró entablar tres con tan formidable oposición para un casi niño que jugaba su primer torneo contra la mayor oposición posible que había en su país.
Bobby estudió a su rival y decidió jugar una apertura moderna para aquellos tiempos, la Defensa Grunfeld. Había una multitud alrededor del tablero y el salón, que no contaba con aire acondicionado, se había vuelto caluroso, por supuesto y siguiendo una costumbre que se acrecentaría con el paso de los años se quejo a los organizadores, pero para esa partida ya poco podía hacerse.
Cuando en la movida once, Bobby hizo una de sus jugadas que luego serían la marca de la casa, sorprendentes, eléctricas, casi mágicas, todo el mundo pensó, ¿Qué está haciendo?, enloqueció el imberbe, pero al profundizar en la idea cayeron en cuenta de la bondad de la idea, la mesa fue rodeada una verdadera multitud…
Y el climax llegó cuando Fischer sacrificó su dama para avivar su ataque al rey, el salón estaba al rojo vivo, los maestros que presenciaban el juego ya eran conscientes que estaban siendo espectadores de primera mano de una partida que haría historia, Bobby sin embargo estaba imperturbable como un pequeño Buda, concentradísimo en los lances de la partida, que ya eran abrumadoramente favorables para su causa, hasta llegar a la jugada cuarenta y uno, la torre se deslizó lentamente y el adolescente dijo a su rival “mate”. Su amigable rival lo felicitó y ambos sonrieron, Byrne sabía que aunque no lo favoreció el resultado final, él había perdido uno de las más grandes partidas jamás jugadas y de esa forma era parte de la historia del juego.
Una magnífica definición de esta partida fue dada por el maestro Hans Kmoch
“Una asombrosa obra maestra de la combinación, realizada por un niño de trece años contra un formidable oponente, está entre las mejores de la historia del Ajedrez, la perfomance de Bobby Fischer ilumina el firmamento ajedrecístico con su estupenda originalidad”
La partida se publicó en los diarios de USA, y las revistas de Ajedrez de todo el mundo, y el gran maestro soviético Yuri Averbach expresó lo siguiente después de analizar la partida: “ “Después de ver esta partida, estoy convencido que este muchacho es endiabladamente talentoso”
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